Hay una rayuela de cerámica en la plaza de la Revolución (dos, en realidad).
Rayuela y Revolución unidos: podría pasar por un homenaje a Cortázar. Pero en realidad sirve para que jueguen los críos, que es para lo mejor que puede servir. Seguro que Cortázar lo habría preferido así.
En tiempos, en el centro de la plaza había un parvulario. El pupitre en el que me sentaba debía estar, más o menos, donde ahora está esa rayuela sobre la que juegan los críos, ignorantes, como yo entonces, de que bajo nuestros pies infantiles se escondían las galerías subterráneas de un gran refugio antiaéreo construido cuando la guerra civil. Y ahí sigue, todavía.
Rayuela y Revolución unidos: podría pasar por un homenaje a Cortázar. Pero en realidad sirve para que jueguen los críos, que es para lo mejor que puede servir. Seguro que Cortázar lo habría preferido así.
En tiempos, en el centro de la plaza había un parvulario. El pupitre en el que me sentaba debía estar, más o menos, donde ahora está esa rayuela sobre la que juegan los críos, ignorantes, como yo entonces, de que bajo nuestros pies infantiles se escondían las galerías subterráneas de un gran refugio antiaéreo construido cuando la guerra civil. Y ahí sigue, todavía.
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