sábado, 21 de mayo de 2011

Viva la III República

¡Pues a por ella!
Ha habido momentos en mi vida en que he deseado fervientemente estar equivocado. Y éste es uno de ellos. Porque no creo que el movimiento del 15M sirva para gran cosa. Por muchas razones: porque hoy en día el poder, el verdadero poder, no es político, sino económico. Los políticos en general y los gobernantes en particular se están llevando un por otra parte merecidísmo varapalo, pero quien nos ha metido en este agujero no ha sido la clase política, sino la cúpula económica, con la aquiescencia de los poderes políticos, es cierto, que les permitieron cavar este inmenso agujero y llevarse la tierra a casa.
y se lo permitieron haciendo dejación de sus deberes y no ejerciendo las prerrogativas de control sobre el poder económico que detentan como representantes del poder legítimo, el del pueblo que les vota. Y cuando el inmenso agujero se abrió por fin a nuestros pies, han vuelto a hacer dejación de sus deberes y de sus prerrogativas como representantes del poder popular y no haciendo nada ni por castigar a los culpables ni tomando medidas para evitar que esto vuelva a suceder. En vez de eso, están ejerciendo de parachoques de la protesta, absorbiendo sus golpes para que no le lleguen al verdadero poder, el económico, sentado, inalcanzable, en su butaca de consejo de administración, en esa inaccesible cúpula que se ha pagado con dinero. Y me gustaría equivocarme, pero por mucho que avance la protesta, esta revolución será tan gatopardista como la mayoría de las que en el mundo han sido: todo cambiará para que todo siga como estaba.
Por supuesto que había, y sigue habiendo, muchas, muchísimas razones para el cabreo, que es como se llama a la indignación hablando al carajo claro. La cosa tenía que estallar por alguna parte, y si acaso lo único sorprendente haya tardado tanto en hacerlo, y que se esté desarrollando de forma tan moderada y pacífica. Aunque a algunos no se lo parezca: ciertos a sectores de la prensa, que hasta ahora no se habían cansado de asombrarse de por qué con la que estaba cayendo no había protestas y hasta motines por las calles, con contenedores ardiendo french style y todo, la revolución les ha cogido con el paso cambiado (las revoluciones es lo que tienen, por más que algunos se empeñen en ver detrás la mano de los judíos masones marxistas, o de los titiriteros marxistas, o de los Illuminati, o de Rubalcaba, que seguro que es judío, masón, marxista, titiritero e Illuminati, y además se divierte en la intimidad violando niños y profanando crucifijos) y sostienen que el 15M “ha logrado eclipsar todas las otras cuestiones que deberían haber centrado la campaña electoral”. Vaya, que protestan por lo que no es, que deberían protestar por lo que nosotros decíamos que debían protestar. Su desconcierto, y la opacidad de sus orejeras, se está manifestando en despropósitos tan divertidos como el que La (sin)Razón publicó en portada, con dos cojones y sin miedo al ridículo. Ahí arriba está.
Les ha pasado lo que la los integristas islámicos, esos que quisieron canalizar el descontento popular del mundo árabe hacia el radicalismo islámico y el descontento popular fue y les adelantó por la izquierda  con una revolución democrática. Se les ha quedado esa misma cara de bobo solemne, que tanta risa da. Al menos, si no para otra cosa, el 15M servirá para bajarle los humos a según quien y para que los demás, los que hemos  sufrido las consecuencias de esta tormenta de mierda que han provocado otros según quién, podamos echar unas risas. Aunque ojalá me equivoque y sirva para algo más.
Al que consiga demostrarme que estoy equivocado le doy un abrazo y le invito a unas cervezas. Fijo.

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