viernes, 28 de noviembre de 2008

Carrer del Perill


'Carrer del Perill' o sea, calle del peligro. Se llama así de verdad. Lo juro.

miércoles, 26 de noviembre de 2008

martes, 25 de noviembre de 2008

Monjas bigotudas y tetas de silicona

Existe una cierta cruzada feminista contra el sexo y la diversión frívola (o contra la diversión y el sexo frívolo) que se expresa en unos términos y con una vehemencia análogos a los que empleaban, contra objetivos casi idénticos, aquellas monjas avinagradas y frecuentemente bigotudas que le amargaron la infancia a no pocas niñas, y algún que otro niño, de familia católica... no, no hablo por mí. Yo estudié primero en una escuela dirigida por pedagogos partidarios del modelo Summerhill y luego, es cierto, en los jesuitas... pero allí mi profesor de religión, jesuita por supuesto, cabalgaba una Harley y había ido a la India a aprender meditación con los yoguis. Que no son unos osos aficionados a las cestas de picnic, sino unos ascetas barbudos practicantes del yoga. Pero niñas y niños traumatizados por la monja bigotuda de turno que les reñía y hasta castigaba por cómo se vestían, cómo se comportaban, qué palabras usaban o hasta qué pensaban, hay muchos.

jueves, 20 de noviembre de 2008

Barcelona, capital mundial de las despedidas de soltero

Era un sábado por la noche. Yo iba a casa de unos amigos a pasar la velada. Entré en el vagón de metro, localicé un asiento libre y me senté de la forma maquinal e inconsciente en que todo urbanita experimentado cumple con esas rutinas. De pronto miré a mi alrededor y me encontré en mitad de un grupo de unas veinte mujeres jóvenes que apenas hablaban –en inglés- entre ellas. Sus conversaciones eran poco más que intercambios de risitas nerviosas. Todas lucían sobre sus cabezas una diadema adornada con un enhiesto, sonrosado y erecto falo de fieltro, con su glande morado apuntando al techo y dos redondos testículos colgando juguetones sobre las frentes respectivas.

“Lover II”, de Jaime Hayón para Lladró

Veamos qué nos ha comprado la abuela para poner en la librería del comedor... Pues así de pronto, parece un tipo con una pinta de panoli que echa para atrás. Porque sólo a un panoli se le puede ocurrir combinar unos zapatos rojo fresón con unos calcetines azul celeste. Pero es que encima se ha puesto un pantalón de pijama a rombos y una sudadera aprovechada de un disfraz de Bibenbaum (el muñeco de Michelín), una sudadera decididamente fea, aunque tiene la indudable virtud de disimular las lorzas (o michelines). En el caso de que el panoli las tuviera, porque su porte es más bien enjuto, y hasta mojamuto (o sea, decididamente friki).