Jaque al presidente
Nada más empezar la jornada y zas, la primera en la frente, pensó el presidente del gobierno. La primera fotocopia del dossier de prensa que su secretaria le dejaba todas las mañanas sobre la mesa del desayuno, junto con el café con leche, las porras aún calientes y el ejemplar del día del Marca—el único periódico, solía vanagloriarse, que leía de cabo a rabo y por gusto—reproducía la portada del diario El País, el que solía leer más a disgusto, y en ella se reproducían a su vez páginas de un libro de contabilidad con los asientos escritos del reconocible puño y letra de su amigo Bárcenas, mostrando varios cobros en negro y varios pagos en el mismo color a miembros de la cúpula del partido. Incluyéndole a él. De hecho, por los asientos se veía que él era el que más cobraba bajo la mesa. Cogió el teléfono para llamar a la secretaria general del partido.
—¿Has visto la portada de El País de hoy?—le espetó, sin siquiera saludar.