viernes, 21 de octubre de 2011

La doble naturaleza de los supervillanos

Ayer fue un gran día. ETA se rindió. A Gadaffi le pegaron un tiro. Y unos cuantos hijos de puta siguen sentándose en sus poltronas de los consejos de administración de los grandes bancos y las grandes sociedades de inversión, desde donde siguen enriqueciendo su patrimonio gracias a los azares de esa crisis global que ellos mismos han provocado y que está empobreciendo cada vez más al resto de la población mundial: el 99%.  Así que ayer no fue tan gran día después de todo: sólo fue otro día más en el infierno, con los mismos diablos desarrollando las mismas rutinas. Y ésos si que no se van a rendir. Y nadie ha tenido huevos, no ya para pegarles un tiro; ni siquiera para sentarles en un banquillo.
Ya nos hemos librado de los supervillanos de opereta, tipo el Ku Klux Klan con boina o el dictador disfrazado de Drag Queen ¿Cuándo nos libraremos de los supervillanos de verdad?

miércoles, 19 de octubre de 2011

El planeta de los SMS (Planet of the Apps)


Cuando empecé a ejercer de periodista, recién estrenada la última década del pasado siglo, ya existían los teléfonos móviles, pero poca gente los usaba aún; en parte, porque eran unos cacharros enormes y enormemente incómodos, y en parte porque también eran enormemente caros: un producto de ostentación para ejecutivos agresivos y otros exhibicionistas del estatus, que presumían de su móvil en las discotecas como presumían de su deportivo en la carretera o de su polla en los vestuarios. Recuerdo que para eso, para presumir, una empresa italiana fabricaba unos teléfonos móviles falsos: de teléfono sólo tenían el aspecto y el timbre, que podías programar para que sonara en el momento adecuado, para poder hacer el paripé simulando que recibías una llamada. Venía a ser la versión telefónica del calcetín enrollado dentro de los calzoncillos.

sábado, 15 de octubre de 2011

15 de octubre en Barcelona


 Me queda la duda de que haber salido a la calle hoy vaya a servir para algo. Pero tengo la absoluta certeza de que haberse quedado en casa no habría servido para nada en absoluto. Así que, qué carajo.

jueves, 6 de octubre de 2011

Los trabajos del santo Jobs

Hacía algún tiempo que planeaba escribir algo que explorara las  jocosas afinidades religiosas de ese culto secular a los productos de Apple que en parte ha surgido espontáneamente y en parte ha sido cuidadosamente diseñado mediante astutas campañas de márketing que explotaban el carisma algo (bueno, en realidad bastante) mesiánico de Steve Jobs.

miércoles, 5 de octubre de 2011

No pongas tus sucias manos sobre Borges


El apropiacionismo fue uno de tantos ismos que, al calor de la posmodernidad (eso de lo que todo el mundo habla y nadie sabe muy bien en qué consiste) tuvieron su eclosión y efímera vida (cual hongo tras la lluvia) en el campo del arte durante los años ochenta. En esencia, la cosa consistía en copiar obras de artistas consagrados, servilmente o introduciendo pequeñas modificaciones (mucho más pequeñas que los bigotes que Marcel Duchamp, precursor del apropiacionismo, le pintó a la Mona Lisa). Este ismo lo practicaron artistas como Sherrie Levine, Louise Lawler, Allan McCollum, Fred Wilson o Martin Prada, entre otros. En su momento no llamó demasiado la atención; los ismos cada vez la llaman menos. Quizá porque, después de que al mismo Duchamp se le ocurriera poner su firma en un urinario volteado y llamarlo escultura, (Sherrie Levine se apropió de esta obra, también) el arte adoptó como tema y objeto de reflexión al arte mismo, en vez de al ser humano y su circunstancia, como tradicionalmente, convirtiéndose así en un juego autorreferencial intrascendente, que divierte a unos pocos diletantes. Y aburre a los demás, que dejan de prestarle atención, bien porque  suena a tomadura de pelo (y quién sabe, quizá lo sea) bien porque  suena a chiste demasiadas veces repetido (y ya tenía poca gracia cuando Duchamp lo contó por primera vez).

lunes, 3 de octubre de 2011

Juana de Arco en Brooklyn


Foto: Stephanie Keith, AP

En la literalidad de esta imagen se lee esto: una manifestante de Occupy Wall Street (una de tantas) es arrestada (como tantos) en la encerrona que les montó la policía de Nueva York sobre el puente de Brooklyn. Pero, ay, las imágenes a veces tienen otras lecturas más allá de la literalidad, y a veces esas lecturas se elevan sobre la literalidad hasta cubrirla con su sombra inmensa, como cubre la tierra la sombra del ave que se eleva hacia el sol. Son lecturas que resultan no de lo que la imagen muestra, sino de lo que la imagen expresa. Son lecturas condicionadas por años, siglos de cultura iconográfica estampados, superpuestos (como en un palimpsesto) sobre la retina del lector.