La muchacha de bronce de la fuente de la Plaza de la Virreina tiene un secreto admirador que le regala flores. O quizá más de uno. El caso es que desde hace tiempo, la muchacha de bronce siempre tiene un ramillete de flores frescas en la mano. A veces se ven un poco mustias, pero pronto son sustituidas por flores nuevas: unas veces rosas, otras claveles, otras jazmines, margaritas, begonias... su secreto admirador no parece tener preferencias marcadas en cuanto a flores. O quizá, si es que son varios, cada uno se decanta por un tipo diferente de flor.
miércoles, 5 de agosto de 2009
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