Las directivas de los sindicatos mayoritarios eran reticentes a convocar esta huelga general. Porque era usar demasiado pronto el cartucho más gordo del arsenal, y porque, probablemente, será un fracaso. Porque el 20 por ciento de la población activa no puede hacer huelga, porque no tiene trabajo del que holgar. Porque el 30 por ciento de los que aún tienen trabajo, como gente sensata que son, no quieren darle excusas al patrono para que los envíe a engrosar el 20 por ciento, que con la reforma laboral las va a tener todas. Y porque aunque la convocatoria de la huelga fuera un éxito arrollador el gobierno no va a hacer ni puto caso. Así lo han dicho (bueno, sin el exabrupto, que ese es mío), aunque tampoco hacía falta. Decirlo, digo. No el exabrupto. Aquello ya lo suponíamos y ése hace mucha falta.
Pero el cabreo general es muy grande, los militantes de base han presionado, y los sindicatos, al contrario que el gobierno, han hecho caso del clamor popular. Y se han lanzado a una batalla que difícilmente podrán ganar. Pero aún así, es una batalla que merece la pena librarse. Y no sólo porque, como a Rett Butler, a mí también me guste luchar por las causas perdidas, sino por muchas otras razones, mucho menos románticas pero de mucho más peso. Que podría exponer, pero ya lo ha hecho mucho mejor José María Izquierdo en su blog:
“Se ha hecho esta reforma laboral -contrarreforma- porque la derecha económica, la patronal, llevaba décadas intentándolo. Quería acabar con un marco que daba muchos más derechos a los trabajadores de los que ellos estaban dispuestos a concederles. Porque interpretan que esos derechos son una graciosa concesión de los patrones, qué se van a creer. Así que para luchar contra la crisis -coyuntural- han tomado medidas -estructurales- que no van a servir para salir de la crisis pero que se van a llevar por delante los pactos que han hecho progresar a la humanidad en todo el siglo XX como nunca antes lo había hecho en toda la historia. La reforma laboral es durísima y acaba con décadas y décadas de esfuerzo de todos para que se lograra un sistema de cierto equilibrio entre empresas y trabajadores. Rajoy se carga ese marco y deja sin protección a una de las partes. Y lo que se va, no vuelve.”
Pues eso. Sirva este post para adherirme, ni que sea simbólicamente, a la jornada de huelga general del día 29 de marzo.
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